En un mundo donde todos sabemos de todo, el final de las tramas de ficción tiene dos opciones: una, ir a sorprender al espectador. Otra, jugar con que el espectador lo sabe todo. La primera opción es arriesgada y puede cargarse todo el invento. El final debe estar implicado en el principio y desde el principio, lo otro es hacer trampa. En la segunda opción tenemos Lo Imposible. El guionista sabe que todos sabemos la historia, así que lo aprovecha, monta una historia de ficción que es real y todos vamos al cine sabiendo cómo acaba. Eso es fundamental en lo Imposible porque lo que cuenta es sólo posible porque ocurrió, y supera cualquier cosa que podamos inventar. Si lo cuentas así, en un bar de copas, no te creen.
La película es un canto a la fuerza que emerge para engañar a la muerte que busca a tu hijo. En medio de la fuerza titánica de la ola, estás tú y la fuerza titánica que te da el ser madre. Habla del amor, y lo hace bien. Nos dice que el amor, de vez en cuando, puede con todo. Pero también nos dice que a veces, y estas veces son más, no es suficiente.
Lo Imposible habla con cierta contención de un tema que se desborda como el mar cuando ruge. Bayona obvia las desgracias que pudieron verse allí y muchos detalles, y qué detalles, quedan velados, algo que agradecemos profundamente. Se contiene y mantiene, al mismo tiempo, un nivel de dolor que no logra hacerse insoportable, y una tensión que te deja seguir respirando. Supongo que respiras porque sabes cómo va a acabar todo, y que crees que es posible porque sabes que es cierto. Es difícil contar algo tan brutal. Aquí lo han conseguido, así que mi enhorabuena.
Me encantó el guión, la puesta en escena, los actores - incluidos los niños pese a lo que siempre recomendó Hitchcock. Estupenda historia de las que no me suelen gustar... "basada en una historia real"
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