Saharauis, Hijos de las Nubes

Valme de Toledo


-Señor director, vengo a hablar de la situación que está viviendo mi hijo.
-Sí, por supuesto, dígame
-Hay un compañero que le está maltratando. Le quita la comida. Ayer volvió a casa con un golpe en la cara. En su mochila encuentro papeles con insultos. 
-¿Sabe quién es quien es el responsable?
-Su nombre es Miguel Sánchez
-Perdone un momento -  coge el teléfono, que no ha sonado - ¿Sí? Lo siento señor, tengo una llamada importante, tengo que dejarle. 

O...

-Por favor, ayúdame, tú eres mi amigo.
-Si, claro, sabes que estoy aquí, dime qué ocurre.
-Él me pega todas las noches.Tengo dos fisuras en las costillas y no oigo nada por un oído desde que... Creo que debo denunciarle, no sé que hacer, sé que es tu socio, pero no tengo a nadie más...
-Bea, hay cosas que Luis no hace bien, pero ya sabes cómo es. No te preocupes, son malas rachas, tú no hagas nada.





Pues precisamente de esto habla el documental Hijos de las Nubes, dirigido por Álvaro Longoria y producido por Javier Bardem, que acaba de presentarse en Estados Unidos. Habla del matón del colegio protegido por el director porque el padre ha financiado el polideportivo, o del marido que machaca a la esposa mientras su amigo mira hacia otro lado, no sea que el que el problema perjudique el negocio de los dos. Lo que pasa es que aquí el amigo matón o el marido violento se llaman Marruecos, el director del colegio es cualquier país que tiene que llevarse bien con él (no vaya a ser que al final el lío le cueste caro) y el maltratado es el pueblo saharaui.

Es una situación que vemos continuamente en el modo de vida que hemos construido, en el que las cosas que están bien y las que están mal dependen  de lo que vayan a costarte. Y si no hay dinero en juego, para qué vas a meterte en líos, si ya con lo tuyo tienes bastante. Pero rara vez lo vemos reflejado de una manera tan valiente y honesta como en esta película producida por Morena Films. Sus responsables acaban hablando en las Naciones Unidas suplicando  ayuda para salvar a esos miles de saharauis que antes fueron españoles y ahora viven precariamente en campos de refugiados. Pero las Naciones Unidas qué van a hacer, si Marruecos es Marruecos y ya sabemos todos qué es aquí lo importante.

En medio del conflicto los saharauis siguen sonriendo, en las arenas  de Tinduf, mientras sobreviven como pueden. Intentan luchar contra quienes les dicen qué deben ser, e intentan luchar contra el rencor. Es un pueblo que ha perdido todo y sólo quiere volver a ser libre, como cuando recorría el desierto persiguiendo las nubes. Ser libre no es mala pretensión, y todos deberíamos buscarlo. O, al menos, ayudar a que otros lo consigan. Este documental es un paso hacia un mundo mejor. Ya no podemos decir que no sabemos qué pasa. Lo sabemos.  Pues a ver qué hacemos.

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