No sé cómo será la película sobre Gatsby que está grabando Baz Luhrmann con Leonardo diCaprio, y tampoco sé si quiero ir a verla, porque cuando algo ha sido tan bien contado es difícil decir algo más. El Gran Gatsby no habla del sueño americano, por si alguna vez lo dijo alguien. No habla de riquezas, ni de fiestas, ni de brillos, ni de joyas. Todo eso lo hay a raudales, pero el Gran Scott Fitzgerald habla de los vendedores y sus compradores, de los que deslumbran y los que se dejan deslumbrar, de los que molan, de los adornados, de los que cantan sus triunfos y los que les asienten, de los que no ven nada más que lo que hace falta ver para seguir brillando. Habla de los que cuentan qué creen ser porque no se paran a pensar qué son. Y en medio de toda esa miseria bañada en plata hay un ser que mira silencioso, y ese es Jay Gatsby.
Gatsby es el que busca siempre, que busca traspasando el dinero e incluso el amor, que sigue buscando cuando los ha conseguido. Y lo hace a través de los extravagantes seres que acuden a su casa, de las ricas familias que comentan su fortuna, de las bandas de música y de los guays. El Gran Gatsby, el gran anfitrión de fiestas míticas con un pasado turbio, el que ha sabido hacerse rico y acaba enterrado en una humilde fosa, es un silencioso entre los locos. Pero es que el mundo, a quien escucha, es a los locos, porque son los que hablan.
Gatsby busca siempre, y lo que busca es conocerse. Pero eso siempre da mucha pereza, porque el que busca no tiene tiempo para hablar, ni contar, ni vender, y no aporta nada. Nunca sería una chica it. El invitado a las fiestas, verdadero retrato del hombre de hoy, tampoco sabe qué es, pero eso no le importa porque lo va a contar igual. Y cuando aparece alguien que no quiere hablar todos quedamos desconcertados.
Podríamos decir que Gatsby se busca en su riqueza, se busca en la mirada del otro, se busca en el sexo (esa sutil referencia a la homosexualidad en el libro de Scott Fitgerald) y también se busca en el amor. El amor para él es un camino al más puro estilo Platón: mientras lo anhelas aprendes lo que eres.
Así que esta brutal crítica a la sociedad levanta a hombros a un hombre que no le da importancia a lo que el resto ve como importante y que mira las cosas que los demás no se molestan en mirar, que pasa de venderse y que no escucha lo que los demás dicen que es: ni siquiera él lo sabe, así que qué va a saber el de al lado. Lo importarte es conocerse y el héroe como Gatsby es aquel que lo intenta hasta el final. Todo eso está en el libro, y de forma más velada y suavizada, también en el guión de Francis Ford Coppola para la película de Jack Clayton. No sé si Baz Luhrmann logrará contar mejor todo esto, o conseguirá ver algo más. Pero menudo trabajo difícil se ha buscado.
(Casi) siempre se puede decir algo más, o en ocasiones se puede decir de una forma diferente, que en definitiva es también decir algo más. Otra cosa es si en este caso lo lograrán.
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