Un nuevo año y un nuevo día de la Mujer Trabajadora. Un vez más se habla de cuotas y discriminación, y yo empiezo a tener la extraña idea de que el problema no es exactamente el planteado.
Se discrimina a la mujer por ser mujer, pero si tiramos del hilo esto no tiene fin. La discriminación está a la orden del día. Por poner un ejemplo: en todos los ámbitos profesionales quien tiene éxito, la mayoría de las veces, es quien se esfuerza en contar que lo tiene. Hay una evidente discriminación del callado, del tímido que prefiere mostrarse invisible mientras, a su rollo, levanta pesos pesados con una inteligencia que no necesita testigos. Quien triunfa es el extrovertido, el cantante (con sus propios éxitos como temas hit), el vendedor experto. Pues yo creo que eso es discriminación, y si no lo es, por favor, que alguien me lo explique.
Hay discriminación porque no buscamos conocer ni saber; porque compramos lo que nos venden; porque no nos molestamos en pensar; porque, etiquetando los paquetes, éstos se encuentran mejor en el almacén de lo que no nos interesa; porque la educación se limita a saber ponerse la corbata y porque para qué perder tiempo. Así que deberíamos plantearnos si el fondo de todo este problema se reduce a porcentajes, y si con equilibrar los números se arregla todo. Porque entonces también deberíamos darle cuotas al tímido, y al feo, y al niño del que se burlan en la clase por llevar gafas.
Pensamos que va a trabajar menos por ser mujer, que sabe menos por no hablar, que no triunfa porque no lo cuenta, que es inferior por ser negro, que no va a conseguirlo porque es feo. También opinábamos que uno era rarito por ser gay, pero siempre hay alguien que consigue cambiar esa idea trabajando y viviendo sin entrar en el tema, porque no es nuestro asunto, de quién le acompaña por las noches.
Yo no sé si las cuotas servirían para algo. Pero sí sé que quien discrimina a una mujer no se para ahí y discrimina a cualquiera que le de razones (sus razones) para hacerlo. Por ejemplo, al bajito de la oficina.
Quizá la ley de cuotas debería aplicarse a quienes son lo suficientemente inteligentes para no caer en esos tópicos, y así dejar fuera al listillo que se los traga todos. Desmontaríamos el país, eso sí, pero qué gusto hacerlo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario