Damien Hirst y la Muerte



Con motivo de las exposiciones de Damien Hirst en Londres y Wei Wei en París, una revista cultural establece una extraña encuesta para ver quién gana. Gana Hirst, me ha parecido entender, y sin pararme a analizar mucho este concurso de misses voy a hablar de Damien Hirst y de lo raro que me parece todo.

Cuando se oye hablar de Damien Hirst resuena la palabra marketing rebotando en las paredes. El hecho de que sea el artista vivo más cotizado, que compre su propia obra para subir su precio, que sea amigo de Saatchi -el que mejor sabe vender-, que haya convertido el marketing en arte, la espectacularidad de su obra con esos tiburones en formol que acaban pudriéndose...todo alimenta la leyenda, el mercado se pone nervioso y todos comentamos lo nervioso que se ha puesto el mercado. Su obra es  muy cara y él se ha forrado. Pues vale.

El que se hable tanto de la personalidad del artista o de sus asuntos con los bancos nos dice lo que realmente está pasando con el mundo del arte, y es que hemos bajado la altura del discurso -antes abstracto- al nivel de la cuenta corriente. Cuánto vale o cuánto vende desplaza lo único importante, y es qué es lo que nos está contando Damien Hirst. Pero eso no pasa sólo con él, me temo.  Eso es lo que hay. Bienvenidos al mundo del arte, que pronto cotizará en bolsa.  

Damien Hirst tiene una obra llamada "La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo". Se trata de un tiburón tigre de cuatro metros de largo, disecado y expuesto en una vitrina gigantesca. Bueno, pues eso es la muerte, con toda su crudeza. El cuerpo de un ser fuerte y poderoso, invencible y temido, metido en formol. La presencia de la muerte que nos espera a todos, incluso a los más poderosos: lo que somos y lo que vamos a ser, lo que quedará de nosotros si alguien está dispuesto a mirar los restos. 

Juguetea con la muerte y cubre de diamantes una calavera, tapando con brillos imposibles lo que no es más que polvo. Expone cientos de píldoras en vitrinas burlándose de nuestro afán de evitar lo inevitable. Muestra cadáveres en un ejercicio lleno de humor que desmitifica lo que creemos que llegará después de todo esto. "Nada", parece decirnos. "No llega nada: atrévete a mirarlo". 

Lo comparan con Andy Warhol por el afán de convertir su vida y obra en un espectáculo. Tampoco me importa mucho cuánta cocaína se metiera Warhol, y creo que lo que les acerca no tiene nada que ver con supuestas fiestas salvajes. Los dos sacan lo invisible y lo meten en una vitrina. No miramos la lata de coca cola -por demasiado cotidiana- y Warhol la eleva a obra de arte. No miramos la muerte -por demasiado imposible- y Hirst la expone en un museo. Se empeñan en que, de una vez, miremos lo que nos acompaña siempre. Yo creo que no está nada mal... 


3 comentarios:

  1. muy grande hirst!
    se ha hecho rico y famoso? y qué! siempre se han comprado obras para subir su precio... de hecho, así salieron muchos de los grandes (por no decir todos). los artistas que se quejan es porque no tienen, o no encuentran, financiación para subir el precio de sus obras.

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  2. Genial el éxito de Hirst, me quedo con sus obras en formol, me parece que otro artista al que no debemos perderle la mira es al colombiano Maquiamelo que con su técnica de cabezas reducidas acaba nuevamente de sacudir el arte latinoamericano con una cabeza reducida de Hitler que ha sido premiada en la XVIII Bienal de Santa Cruz de la Sierra.

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  3. Les recomiendo ver esta polémica obra
    http://www.noticias24.com/fotos/noticia/8208/en-fotos-el-polemico-artista-maquiamelo-presenta-a-chavez-a-traves-de-su-obra-la-imposibilidad-de-la-muerte/

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