El colorido de Joseph Ackermann

Valme de Toledo
Seguro que es un tipo inteligente, no quiso decir los que dijo, bla, bla, bla. Pero al oír al Sr. Joseph Ackermann, presidente del Deutsche Bank, afirmando "No hay ninguna mujer en el comité ejecutivo del Deutsche Bank, pero espero que un día u otro la dirección sea más bonita y con más colorido gracias a ellas" sólo se me ocurre lo siguiente:

EL COLORIDO DE JOSEPH ACKERMANN

La piel del señor Ackermann tiene un tinte rosáceo. En los pliegues de la frente se adivina ciertas líneas amarillas que van llegando al púrpura en el encuentro con las sienes. De ahí, una cascada de motas burdeos desciende hasta chocar con los surcos que enmarcan sus ojos, inundados de color chocolate. Las cejas tienen dos zonas bien diferenciadas: en la línea que se rompe en el entrecejo, son gris oscuro y profundo. Si miramos con cuidado observamos pequeños puntos negros como las letras de un informe de su consejo masculino de administración. A medida que las cejas se alejan hacia las orejas, la línea, antes gruesa, se va afinando, y el color gris empieza a borrarse hasta diluirse con el tono rosa de su piel. En la piel se adivinan motas azuladas, como pequeñas venitas que surcan los poros recorriendo toda la gama de colores fríos, con destellos azules, morados y liliáceos. Esas pequeñas motas son de un color metalizado, como el de los coches de su consejo masculino de administración. El pelo del Sr. Ackermann está recorrido por finas líneas que recorren la más amplia gama de los grises: desde un color casi blanco, con destellos marrones, planeando sobre la frente, vamos llegando a minúsculas franjas marrones, que estallan en rojos, en la parte superior de la cabeza. El gris más oscuro, llegando al negro, enmarca las orejas. Los labios del Sr. Ackermann tienen un suave tinte rosa chicle, con cierta tonalidad burdeos en la comisura. Se abren discretamente (en sentido estético) para dejar ver profundas notas rojas, oscuros marrones, suaves burdeos y destellos en azul que, en pequeños surcos, se hunden en la oscuridad de la garganta. El mismo tinte rosado de los labios lo encontramos en la zona de los párpados donde se choca, en la parte más próxima a la pestañas de un color marrón grisáceo, con brillos azules y violetas.

¿Más colores, Sr. Ackermann? ¡Pero si los tiene usted todos!


Valme de Toledo

1 comentario:

  1. Es normal que el demonio no quiera a la mujer en sus asuntos. Ella le pisará la cabeza¡¡¡

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