Sinde, la SGAE, y vivir de prestado.

Valme de Toledo
La americana Sherrie Levine fotografía, con su cámara, fotografías de otros artistas (Walker Evans o Edward Weston) y las expone. Richard Prince utiliza imágenes publicitarias de Marlboro, las reencuadra, amplía y expone. Denis Adams recicla fotografía de otros autores y las coloca en espacios públicos, por ejemplo una parada de autobús. Thomas Ruff expone fotografías del espacio sacadas por la NASA. Victor Burgin reproduce, detalle a detalle, un cuadro de Van Eyck. Robert Rauschenberg coge un cuadro de Willem de Kooning y lo borra completamente: cuando le preguntan si es un alegato contra el expresionismo abstracto, subiendo los hombros como señalando lo obvio de su respuesta, contesta: "No, es poesía".

Si Buster Keaton no hubiera realizado la película One Week en 1920, Gordon Matta Clark no habría realizado aquellas inquietantes intervenciones en casas derruidas y Denis Oppenheim no habría retorcido así sus casas, por lo que Leandro Erlich no habría expuesto su Torre en el Reina Sofía. Quizá sin las instalaciones de rostros anónimos de Christian Boltansky las salas del Museo del Holocausto en Jerusalem no serían lo que son, y por supuesto sin la obra de Heizer o Smithson, Jim Denevan no nos habría dejado esas joyas grabadas en la arena.

Eso es el arte, un camino en formato carrera de relevos en la que el siguiente artista se sube a los hombros del anterior, una esponja que se lo bebe todo y explota rompiendo todas las barreras. Cada artista, desde el primero, deja su huella para que el siguiente pueda pisar encima. Si sólo uno de ellos se hubiera dejado defender por la SGAE vete tú a saber dónde estaríamos.

Así que, si me preguntan si  estoy a favor de la libre circulación de la obra, mi contestación es sí, porque eso nutre el arte y crea nuevas cosas. Si alguien quiere imprimir una de mis fotos de la página web y pintar encima, o hacer de ella un póster para colgarlo en la cocina (por ejemplo), adelante. Yo le entregué una de mis series a la pintora Paulina Parra para que hiciera una intervención sobre ellas. Pintó con óleo por encima, casi borrándolas por completo, creando unas obras inquietantes y bellas que dejaban ver, sutilmente, que debajo de los pigmentos había un cadáver (cuando las vio mi galerista frunció el ceño sin entender una palabra).

Pero, en cualquier caso, todo esto debe estar amparado por una ley. Si alguien imprime y amplía una foto de mi web y la saca al mercado, vendiéndola como copia numerada y controlada por el autor, está estafando, y quien compra de ese modo se está dejando estafar, por mucho dinero que se ahorre. 

Soy consciente de la enorme diferencia que se establece entre la obra de arte plástico, como bien tangible, y la obra de música o cine. Pero en cualquier caso mi opinión es la misma: hacer negocio con la obra de otros, sin contar con ellos, es delito; utilizar la obra para dar un paso más allá, para crear algo nuevo, es necesario. Por poner un ejemplo: no se deben descargar copias ilegales del disco de Alejandro Sanz, pero que la SGAE le cobre al pueblo de Zalamea por representar la obra de Calderón de la Barca en sus fiestas me parece ciencia ficción de la mala (ya saben, esa en la que el malo es malo malísimo). Se deben cerrar las páginas web que se lucran con las descargas ilegales porque están robando y robar es delito (eso no lo digo yo, lo dicen unos señores mucho más listos). Pero si blindamos la obra de arte convirtiéndola en mercancía acabada, terminada y redonda, intransferible y con derecho a posesión  nos convertimos en caballitos de tiovivo

Quien aprecia el arte (hablamos, como siempre, de educación, educación, educación) sabe distinguir entre una obra única y la obra de un pirata: sabe que no es lo mismo leer una edición cuidada que un libro en fotocopias; que no es lo mismo escuchar tu disco bajado de Emule que tener una bonita edición, y que no tiene nada que ver hundirte en una sala de cine que ver una copia cutre en el ordenador. Yo  puedo abrir la página web de Gilbert Garcin, imprimir una copia, enmarcarla y colgarla en el salón. Pero aunque parezca igual yo sé que no es lo mismo. Así que, mientras no tenga dinero para comprar "Changer le Monde" tendré que aguantarme y mirarla en el libro. Eso es lo bueno, lo que nos permiten la imprenta, el progreso, Spotify o internet: tenemos la opción de tener en casa la obra de arte (de Garcin o de Michael Jackson) pero, si no podemos pagarla, siempre nos queda mirarla (durante un ratito) de prestado. 


Valme de Toledo
http://www.valmedetoledo.com/

5 comentarios:

  1. Esto trasciende al blogpost. Es una manifiesto. Lo subscribo y lo afirmo. Tu tienes talento, mucho talento diría yo, y por eso no tienes miedo. Tu obra es parte de ti y !Bendita seas ¡ !Que privilegio poder admirarla¡ Siempre sera tuya, contra eso no hay registro que valga.

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  2. Fantástico alegato Val. Yo también lo suscribo. Se discierne perfectamente entre la protección de la obra y su autor y el absurdo...y desde luego entre la emoción sentida de poseer la obra original o una copia. Evidentemente el arte se nutre de arte y, aunque hay mucho de innato, de las experiencias vividas por tus predecesores...podríamos decir que como casi todo en la evolución de la humanidad. No puedo con la SGAE y sus ridiculeces de cobrar en las bodas. Bsos Chus

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  3. Uff. Es un tema farragoso y complicado éste (perdón a la RAE por poner la tilde en éste).

    Lo primero que leí sobre este tema lo escribió hace tiempo Walter Benjamin y se titula "la obra de arte en la era de la reproducibilidad técnica". Ahora podría ampliarlo con un apéndice que trate el tema "en la era de la incorporeidad". Es decir, cuando la obra son bits y no hay un soporte físico, cuando el sentido de la propiedad o la singularidad de la obra se vuelve difícil de sentir ya que es una obra que no existe según la percepción más clásica del tema.

    Llegaremos a donde haya que llegar, siempre lo hemos hecho; pero es un cambio importante, como el que supuso el paso de la pintura a la fotografía, o de las actuaciones musicales en directo a los LP, o del teatro al cine y luego a la televisión. El arte siempre ha encontrado el camino y ha sobrevidido y estoy seguro de que esta vez no será distinto.

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  4. Tuve las fotos de Valme en el estudio sin tocarlas durante muchísimo tiempo. No me atrevía. Al darme su obra para q yo pintara sobre ella me puso en una situación complicada pues mi respeto hacia la obra de Valme, u otro artista, es inmenso. Yo borraría lo q había de Valme en su obra para convertirla en mía y eso impone. Finalmente me atreví y dos formas de ver las cosas, opuestas diría yo, realmente funcionan como un uno. La obra ya no es de Valme, pero tampoco es mía. Es de ambas.
    Cuando un artista se apropia de la obra de otro para crear, lo hace desde el respeto mas absoluto, y sintiendo mucha admiración hacia el trabajo del otro. Cuando alguien se baja música sin pagar de la red, lo hace con una falta de respeto tremenda hacia el trabajo de quien le esta cantando esa canción, q tanto esta disfrutando por cierto.
    Esta claro q hay q adaptarse, contar con internet, no luchar en su contra.
    Y por favor, q es eso de cobrar en las bodas? y las peluquerías? Y al taxista también q tiene la radio encendida si o si tambien le van a cobrar?. Absolutamente ridículo!!!!!!! Por ahí no van los tiros SGAE. Adaptación. La vida es cambio. La SGAE esta nadando en contra de algo q le supera y hay q ir a favor de la corriente.

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  5. Me gusta como piensas. En realidad la polémica está mas en el modelo de mercado, nadie quiere seguir pagando precios abusivos cuando la tecnología lo ha cambiado. Compartir no es robar, robar es quitarle a uno lo que tiene y dejarle sin nada, compartir es disfrutar ambos. Por eso, yo, te he copiado una maravillosa foto que encabeza tu sutil artículo de divorciadas y disfruto de ella colocándola de salvapantalla. J. Gil

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