Valme de Toledo
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Aquellos griegos de la antigüedad, lo que en un tiempo fuimos, eran hombres públicos, que siempre actuaban fuera de casa, que no ocultaban lo que eran y dejaban que sus actos hablaran por ellos. Nosotros nos hemos encerrado en los cuatro muros de nuestros pensamientos, pero hay un pasaje en las Meditaciones de Marco Aurelio que encierra la llave que puede abrir la puerta. Dice que debemos ser capaces, siempre, de contar en qué estamos pensando. Es un ejercicio de control sobre la propia imaginación. Porque la imaginación, como Saturno devorando a sus hijos en el cuadro de Goya, devora lo que somos, aniquila la hora que nos marca el reloj de muñeca.
Poder contar lo que en el momento estamos pensando no es nada evidente. Muy poca gente hay capaz de hacerlo. Implica evitar los malos deseos, el rencor y la envidia, por ejemplo. Pero sobre todo evita un daño innecesario. Imaginemos que alguien te pregunta en qué piensas, una mañana cualquiera, tomando un café. Es un poco raro tener que decir: en que mañana me voy de viaje, y tengo el estómago encogido porque el avión puede caerse. Mientras tú alimentas una úlcera hay millones de aviones despegando y tu café se está enfriando. O cómo explicar una de esas noches en las que das vueltas y vueltas al problema de tu hipoteca: como no puedes pagarla, no duermes. Es algo que parece obvio porque a todos nos pasa, pero sólo tendría sentido si vendieras tus horas de sueño para cancelar unas cuantas cuotas de tu préstamo. No se trata de evitar los problemas, sino de no imaginar más de la cuenta. Hay que buscar las soluciones en horas de oficina.
Seguimos con Marco Aurelio para entender que debemos elevarnos sobre las propias miserias para mirarnos desde un poco más lejos, sin dejar que lo que imaginamos tape lo que tenemos delante, porque mientras piensas lo que puede ocurrir el café se te enfría. Por supuesto que si, no tiene nada de malo si alguna vez has ensayado el discurso dando las gracias con el Oscar en la mano (porque alguno más lo habrá hecho...) Pero no te dejes llevar por ese temor a que tus hijos viajen en coche, porque mientras tú sufres ellos están en clase de matemáticas, ni vuelvas otra vez a la cara de odio que puso la mujer de tu ex al verte, porque eso pasó en un momento (y probablemente, pobre, no sepa poner otra). No dejes que las imágenes pueblen tus noches, y duerme hasta que abra el banco. Esos pensamientos son los que devoran tu tiempo y, amigo mío, lo único que tienes es tiempo.
Valme de Toledo
Que gran verdad. Esas noches tan negras. Además todo se ve mucho peor de como en realidad esta ¡¡¡.
ResponderEliminarMente, mente, mente. Aquietar la mente para que no nos vuelva contra nosotros mismos. Nuestra mente a veces es nuestro peor enemigo.
ResponderEliminarEs cierto esas noches tan negras que te oprimen el corazón y a veces te vuelven tan loca que tienes que enceder una luz y entretenerte con algo para parar de pensar. Yo a Dios gracias hace tiempo que no me veo en una de esas...aunque yo no le llamaría imaginación sino un vómito de imagenes e ideas que atormentan y golpean tu cabeza....yo prefiero pensar en la imaginación como en algo positivo, lo que te hace soñar, ilusionante.En todo caso estoy de acuerdo que no debemos preocuparnos por aquello que no ha pasado, hay que vivir cada instante mientras los problemas no se hayan presentado porque no sabemos lo que hay a la vuelta de la esquina...hay que vivir sin miedo porque sino no se vive plenamente. Tampoco se debe vivir con rencor y envidia, ni siquiera en el pensamiento, esto es otra pérdida de tiempo...para mi hay una máxima y es vivir como si se fuera a morir mañana. Bsos CHUS
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