Valme de Toledo
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El tiempo que marcan las doce campanadas podría ser, por qué no, una especie de umbral donde pasamos de un mundo a otro, del pasado al presente. Y los umbrales los pueblan los dáimones, esos seres semi-dioses (como Eros) que comunican nuestro mundo con el de la divinidad. Es en lo umbrales donde los dáimones habitan, y es allí donde se ponen en contacto con nosotros. Por eso, según cuenta Patrick Harpur en el "Fuego Secreto de los Filósofos" (Atalanta) los momentos de iniciación o cambio (el nacimiento, el paso de la infancia a la pubertad o, a lo mejor, el paso de un año al otro) son los que nos dejan ver algunas cosas.
Los dáimones parecen no existir porque no los miramos, descreídos de la magia, que no tiene sitio en nuestras vidas. Lo que miramos suele ser lo fácil, lo asequible, lo que puede contarse, ya sea el dinero en el banco o la lista de los Cuarenta Principales. Todos son parches para no tener que aceptar que aquí sólo manda la incertidumbre, lo que no se puede explicar, lo imposible.
Pero está la magia, que consigue que lo imposible, por unos minutos, parezca fácil. Miles de gritos unidos por un gol, una sinfonía de Mahler donde cientos de instrumentos se convierten en uno, o un niño perfecto que sale, envuelto en vísceras, de las entrañas de una madre que le abraza y le canta una nana. Y eso es la belleza: algo que ordena, algo que consigue que entendamos lo oscuro. La belleza coincide con la magia porque es en ella donde nos hablan los dioses.
Hay que mirar en los umbrales, en los momentos de cambio. Los pasamos miles de veces, pero son importantes. La Nochevieja es un buen momento para invocar a los dáimones y ver la magia que nos hace creer en lo posible. Les contaré cómo fue la mía: música de jazz ("Summit", de Gerry Mulligan y Astor Piazzolla), un negroni (según el libro "Beber de Cine", de José Luis Garci, uno de esos cocktails que hacen que los personajes de los cuadros bajen a sentarse a tu lado), luz de velas, una buena conversación y, tras los cristales, fuegos artificiales por encima de los árboles. Perfecto.
Valme de Toledo
Valme de Toledo
Brindé por ti. Me alegro mucho de que los hados te vayan a ser propicios en 2011
ResponderEliminarMe ha encantado Val....de eso se trata ya de buscar los momentos mágicos...Mi Nochevieja también perfecta...en una playa de Perú con un grupo de amigos y nuestros hijos viendo el mar iluminado por los fuegos artificiales. Bsos Chus
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