Valme de Toledo
|
El cine y la literatura, como el psicoanálisis y la psicopedagogía, han tratado el pasado, en numerosas ocasiones, como punto de partida para colocarnos donde estamos.
Una infancia difícil se convierte en razón para un modo de actuar equivocado, un sufrimiento temprano parece valer para todo.
En "A Sangre Fría" Tuman Capote justifica en su infancia la actuación de los asesinos. Freud nos pone en bandeja la excusa: nuestros actos nacen de lo que fuimos. Y de ahí venimos, de ahí a justificar en la mala educación la pérdida de sentido, de ahí a entender como causa lo que ya no existe y a hacer del "pobre, es que sus padres no le hacían caso" una declaración de intenciones sobre lo que no estamos dispuestos a hacer.
La película Elephant, de Gus Van Sant, se aleja de este razonamiento. Habla de la masacre del instituto de Columbine, en la que dos adolescentes de 17 y 18 años, armados con escopetas, mataron a 13 personas. Pero Van Sant no pone excusas. Los asesinos preparan la masacre mientras su madre les lleva la bandeja con tortitas al cuarto. Y el alumno que tiene salir de clase a buscar a su padre borracho, tirado en la calle, actúa de un modo impecable en medio del desastre.
Hay en el cine, ahora, una película sobre un tipo a quien su madre no quiso nunca, que sólo recibió desprecio, que nunca fue besado, y que acaba transformándose en un malo muy malo.
Pero Gru acaba luchando contra el mal y convirtiéndose en un buen padre de aquellos niños que, a pesar de sentirse solos, abandonados y despreciados, nunca dejaron de sonreir.
Porque otro tema del que habla Gru, Mi Villano Favorito, es de la increíble capacidad de los niños para sobreponerse a la adversidad, en la estela de aquella obra maestra de Charles Laughton, la Noche del Cazador, en que dos niños amenazados, solos y en peligro, nunca dejan de avanzar hacia la vida que quieren tener.
La película Elephant, de Gus Van Sant, se aleja de este razonamiento. Habla de la masacre del instituto de Columbine, en la que dos adolescentes de 17 y 18 años, armados con escopetas, mataron a 13 personas. Pero Van Sant no pone excusas. Los asesinos preparan la masacre mientras su madre les lleva la bandeja con tortitas al cuarto. Y el alumno que tiene salir de clase a buscar a su padre borracho, tirado en la calle, actúa de un modo impecable en medio del desastre.
Hay en el cine, ahora, una película sobre un tipo a quien su madre no quiso nunca, que sólo recibió desprecio, que nunca fue besado, y que acaba transformándose en un malo muy malo.
Pero Gru acaba luchando contra el mal y convirtiéndose en un buen padre de aquellos niños que, a pesar de sentirse solos, abandonados y despreciados, nunca dejaron de sonreir.
Porque otro tema del que habla Gru, Mi Villano Favorito, es de la increíble capacidad de los niños para sobreponerse a la adversidad, en la estela de aquella obra maestra de Charles Laughton, la Noche del Cazador, en que dos niños amenazados, solos y en peligro, nunca dejan de avanzar hacia la vida que quieren tener.
Gru es una película de dibujos animados que, además de hacernos reir, nos dice que podemos con todo, que lo que nos ocurrió ya no nos sirve, que el camino será el que recorramos ahora y que el pasado se queda en el pasado, asi que dejemos de mirarnos en él.
Mi impresión es que hoy en día encontramos en los dibujos animados, como en las series de televisión, la mejor ficción: la que, contando lo que hacemos, nos dice lo que somos. Sin excusas.
Valme de Toledo
Valme de Toledo
Yo fui a ver Mi Villano Favorito con los niños y me gusto tanto como a ellos.
ResponderEliminarValme ,tienes razon en todo lo que dices ademas esta muy bien planteado no olvidemos que todos tenemos nuestro corazoncito.
Verdaderamente, no creo que en la predeterminación social de las personas hacía unos determinados actos. Estoy con Valme y me encantan los ejemplos que cita. La novela de Truman Capote y la película de Charles Laughton un peliculón. La materia no predetermina la conciencia sino al revés. Iré a ver la película con mis dos pequeños christian-hippies. Me encanta el blog, Valme.
ResponderEliminar