Delitos y castigos

Sigamos con los premios y castigos. El problema es que, buscando uno u otro, asumimos que hay una idea común del bien y del mal. Pero luego nos damos de bruces con las realidad. Vuelvan a ver, si quieren, Match Point, de Woody Allen. Como en la vida misma, el mal triunfa. ¿Otro ejemplo? Solar, de Ian McEwan. El tipo (y menudo tipo) cae bien, así que no quieres que sufra. 

¿Y qué es lo que pasa? Que no tenemos ni idea de qué es eso del mal. Porque el mal, para nosotros, es muy relativo, un concepto confuso que, como un chicle, se adapta a las comisuras de tu boca según qué palabras pronuncies. Un tipo puede estafarte pero luego te vas con él de copas si consigues de vuelta tu dinero. Alguien puede convertir un delito en una sarta de mentiras, como el pincho de la barbacoa donde quedan ensartados los que creen que son ciertas. Un especulador puede arruinarte y acabar asesorando al Presidente. Alguien puede destrozar una vida y, si lo explica, podemos llegar a entenderlo. Y ahí vemos parte del problema. Las explicaciones dulcifican el mal, porque todo  tiene sus razones. No te preocupes, chaval, que aunque le hayas saltado los dientes al vecino yo te comprendo. Es una relación inversa: a más explicaciones, menos dientes arrancados en el recuerdo del paciente amigo que te escucha. Bendito invento, la retórica, que santifica el mundo.

Hay algo que aprendemos de la historia: el mal es lo que es, aunque el bien no esté tan claro. ¿Qué es el mal? Lo que no quieres que te hagan. ¿Qué es el bien?. Las definiciones son muchas, las verdades también: puede ser sacrificar tu vida para ayudar al de al lado, y cuando digo tu vida puede ser tu tiempo, por poner un ejemplo.
Hay un problema: todo esto cuesta. Hay que mojarse. Es incómodo. Requiere sacar tiempo del que no tienes, requiere mirar demasiado al que tienes al lado. Para empezar requiere pensar. Así que, si no nos lo piden, para qué molestarnos. Yo admiro a esa gente que se enfrenta a la vida y es capaz de decir "esto está mal" aunque nada de lo que ocurra vaya con ella. Admiro a la gente que dice: no guapo, tú a mi no me saludes, porque sé lo que hiciste. Hay pocas, pero las hay. Son personas que piensan que la vida es mejor de lo que nos enseñan, que luchan por un mundo mejor y algo consiguen. Para empezar, que creamos que algo bueno ocurre cada día. Son políticamente incorrectas y nada puede importarles menos. Son libres, y qué difícil es llegar a serlo. Va por ellos.

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